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El eterno arte de contar – Noticiero express

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Cuando uno entra en la vejez -palabra que siempre temí, pero que ahora debo afrontar-, hay que tener mucho cuidado de no aislarse del mundo, que sigue caminando con su habitual vértigo. Saber capturar el presente y no convertirse en pasado; y, ante todo, buscar comprender lo que nos parece extraño. “No me dejes ser un viejo gruñón, ni un avaro, ni del todo viejo”, nos recuerda el poeta nicaragüense Salomón de la Selva. El martilleo discordante del reguetón y sus letanías monofónicas, los influencers que se alimentan de likes o perecen, o los narradores de TikTok, un universo donde todo sucede en la superficie y es instantáneo.

Parece poco intelectual hablar de TikTok, pero ahí es donde está la trampa que te tiende la inmovilidad del aislamiento, que te lleva a ignorar o desdeñar lo que de lejos te parece banal. Pero lo que rechazas por vano y superfluo no es más que una repetición del pasado bajo diferentes formas, porque el tiempo siempre se cierra sobre sí mismo, si creemos a Borges, quien a su vez creía en Pitágoras.

Entre los Tiktokers hay “creadores de contenidos”, narradores de historias a través de vídeos en series de varios capítulos cortos. La narración de historias es tan antigua como el mundo. Creamos historias y nos atrae escucharlas, estamos hechos para eso; No podemos vivir sin invención. Cada vez que nos cuentan algo ficticio, o algo que realmente ha sucedido, se ponen en alerta distintas zonas del cerebro, y gracias a un enjambre de conexiones neuronales se activan los circuitos que despiertan la memoria y el estado de atención, y otros que, al escuchar lo que escuchamos, estimulan nuestras emociones: odio y amor, rechazo y empatía, venganza y perdón.

Cada vez que nos sentamos en una butaca del cine, mientras la película nos muestra a los buenos en conflicto con los malos, nos identificamos con los buenos y queremos el castigo de los malos. Si cuando se encienden las luces los malos no fueron castigados, nos invade un sentimiento de frustración. Todas las historias que se cuentan en TikTok se basan en ese conflicto primario y elemental del bien contra el mal.

La recompensa por los buenos y el castigo por los malos. Este conflicto es uno de los ejes centrales de toda narrativa, junto con los obstáculos que repetidamente se interponen en el camino de los protagonistas, quienes en el viaje de sus vidas anhelan llegar a su destino, donde les aguarda la calma y la felicidad. De la Odisea a las telenovelas que fueron infinitamente largas, y que terminaron en la literatura popular, y luego en las radionovelas, en las telenovelas y finalmente en las series en streaming.

Su versión sintética o encapsulada es la de TikTok. Hay creadores de contenido con una gran audiencia que tienen sus propios equipos de producción, y logran “monetizar” millones, en la medida que sus audiencias crecen y se vuelven rentables, al igual que los influencers exitosos. Pero los que me interesan son los creadores caseros, que son a la vez guionistas, camarógrafos, directores de escena, productores, y forman parte del elenco de actores; algunos actúan con sus cónyuges en la vida real, convirtiéndose así en parejas ficticias.

Los escenarios son las cocinas y salones de sus propias casas, o las calles del barrio, sus entornos de trabajo, los lugares que frecuentan y la vida cotidiana se intercala en los episodios. Es un arte doméstico que busca público y no sobrevive si no lo tiene. Los argumentos distan mucho de ser complejos.

Uno muy típico es el de la nuera egoísta que tiene como huésped temporal a su suegro, caído en desgracia económica, al que trata muy mal hasta el punto de negarle comida, y pone a su marido en el dilema de elegir entre ella y el padre. El espectador también debe elegir. Otra es la del anciano al que se le niega el acceso a un restaurante de lujo por su apariencia de pobreza, hasta que aparece su hijo, el dueño del lugar, y de toda una cadena de restaurantes, un deus ex machina que acaba despidiendo a quienes han humillado a su padre, y nombrando gerente a la humilde camarera, la única que lo ha defendido. Se hizo justicia.

La regla de oro del creador de contenidos es apelar a las emociones, del mismo modo que hoy la regla de oro del populismo de extrema derecha es apelar a las emociones y no a las ideas. Despertar el miedo a los extranjeros es una de esas emociones primarias que tanto se utiliza. Al menos, las series instantáneas de Tik Tok buscan que el espectador se identifique con aquellos humillados por su condición o apariencia de pobreza. Y aunque las tramas son sencillas, no deja de ser un digno arte poder contar el capítulo de una historia en un minuto, e incluso en 30 segundos.

9 de diciembre de 2025

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