Luis Alberto Herrera, quien es ampliamente reconocido en Colombia como «Luchu» Herrera, un ícono del ciclismo colombiano que regresó a España en 1987, se enfrenta a una situación alarmante que ha sacudido tanto al deporte como a la sociedad. Recientemente, se emitió una decisión judicial que da luz verde a la apertura de una investigación formal sobre su presunta implicación en la desaparición forzada de cuatro vecinos en Fusagasugá, un hecho que se remonta a los oscuros días de octubre de 2002. Esta orden judicial especifica que se investigarán las actividades de Lucho Herrera en relación a estos casos de desapariciones forzadas.
El pasado domingo 20 de abril, el medio de comunicación Mensaje primero hizo eco de unas acusaciones devastadoras realizadas por tres exmilitantes de las FARC, entre los cuales destaca uno apodado «Ojitos». Según las declaraciones de estos exparamilitares, Herrera estuvo involucrado en una serie de asesinatos que habrían dejado tras de sí un rastro de dolor y sufrimiento, asegurando que se le entregaron tanto dinero como fotografías de las víctimas bajo premisas engañosas, sugiriendo que las víctimas eran miembros de grupos subversivos.
Testimonios escalofriantes vinculan a Herrera con grupos paramilitares
Las declaraciones de los exparamilitares son contundentes y no dejan margen para la duda acerca de la gravedad de las acusaciones. Luis Fernando Gómez, conocido como «Ojitos», narró que recibió de Lucho Herrera dos sobres: uno conteniendo fotografías de las víctimas y el otro con una suma de 40 millones de pesos. En su relato, Gómez afirma que Herrera le solicitó ayuda para recibir a estas personas que parecían ser parte de la insurgencia, un acto que se revelaría como una farsa devastadora.
Otro de los implicados, conocido como «gobierno», relató el horror de cómo cuatro hombres fueron secuestrados, asesinados y posteriormente desmembrados. Los nombres de las víctimas que fueron mencionadas en estos terribles testimonios son Gonzalo Guerrero Jiménez, Víctor Manuel Rodríguez Martínez, José del Carmen Rodríguez Martínez y Diuviseldo Torres Vega, cuyos nombres y recuerdos ahora son objetos de búsqueda de justicia.
Los testimonios fueron tomados en cuenta por la Corte Penal del cuarto circuito de Fusagasugá en una audiencia celebrada el 7 de abril de 2025, lo que motivó la apertura de esta investigación. La posibilidad de que Herrera enfrente cargos por crímenes de lesa humanidad comienza a tomar forma, lo que añade un capítulo escalofriante a su historia.
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Familiares denuncia el silencio de Herrera mientras exigen justicia; el juez exige la evaluación de Lucho Herrera por desapariciones forzadas
Andrés Fabán Rodríguez Torres, un descendiente de dos de las víctimas mencionadas, compartió su angustia y dolor al enterarse de que su familia había trabajado para Herrera durante muchos años. «Ver su nombre en los documentos fue un shock absoluto», expresó a Mensaje primero. La narrativa indica que hombres armados, haciendo creer ser parte de la extinta FARC, tomaron a los campesinos mediante un intento de fraude brutal.
Hasta ahora, «Luchu» Herrera no se ha pronunciado oficialmente sobre las acusaciones que pesaban sobre él. Es notable que él mismo es una víctima del secuestro por parte de la FARC en 2004, pero su silencio ante las graves acusaciones actuales contrasta fuertemente con su historia personal. La Fiscalía General ha calificado los hechos como crímenes de lesa humanidad, lo que añade una capa de gravedad a la situación.
El país ahora se encuentra en la encrucijada de la gloria deportiva y un oscuro legado, esperando resolver uno de los debates más complicados y delicados que ha enfrentado en años recientes. Colombia, marcada por un pasado violento y la caída de sus ídolos, se enfrenta nuevamente a un necesario diálogo sobre memoria, justicia y verdad.
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