El Consejo de Comercio de Bogotá ha entrado en un momento crítico en su historia, enfrentándose a un nuevo enfoque en la manera en que se manejan las disputas dentro de las instituciones. Este cambio de perspectiva sigue a la revelación de que un oficial de policía está llevando a cabo una investigación sobre algunos de los altos ejecutivos de esta entidad por supuestas acciones irregulares. En el centro de esta inquietante queja se encuentran Enrique Vargas Lleras y Alejandro Mejía, quienes ocupan posiciones de dirección y son acusados de un posible abuso en la ejecución de sus roles. La investigación también se extiende a Constanza del Pilar Puentes Trujillo, la Secretaria de la Junta, así como a otros ejecutivos que, según el documento de queja, habrían apoyado decisiones que, a juicio de los demandantes, violan un marco legal sobre la participación en este tipo de asuntos.
La queja fue presentada por Tania Marcela Malely Hernández Guzmán, quien anteriormente se desempeñó como abogada en la Cámara de Comercio. Desde su posición, Malely ha observado una serie de prácticas que, según ella, podrían haber infringido no solo las medidas de gestión exigidas, sino también los derechos de aquellos que han sido afectados por las decisiones tomadas por la Junta. En su denuncia, Malely subraya que hubo una inacción deliberada, instrucciones que carecían de legitimidad, y una estructura organizativa que no se adaptó a los procedimientos previamente establecidos, junto con la posibilidad de que se intentara proteger a ciertas figuras dentro de la organización, más allá de lo que podría considerarse ético o legal.
Un aspecto particularmente vulnerable en este caso es la marginación prevista de las personas que se verían afectadas por estas decisiones, que, según el denunciante, ajustan intencionalmente la exclusión dentro del marco institucional. Asimismo, existe una preocupante falta de documentación sobre las actas de reuniones cruciales del organismo, lo que ha llevado a una inacción que podría comprometer la trazabilidad de los hechos y, en caso de confirmarse, afectaría gravemente la transparencia del proceso interno al que se sujeta esta unidad ejecutiva.
La queja no solo pone en entredicho la legalidad de algunas decisiones, sino que también resalta un patrón de comportamiento que ha estado presente en múltiples reuniones. Según el testimonio de la ex funcionaria, los ejecutivos han contribuido a crear un entorno donde se priorizan intereses particulares sobre el bien común de la asociación.
Por otro lado, el oficial de policía prosigue con la recolección de evidencias, información y documentos para establecer si ha existido una falta de control legal por parte de la Cámara de Comercio de Colombia. Hasta el momento, no se ha emitido ninguna declaración pública que incluya sanciones o medidas preventivas, sin embargo, este caso ya ha generado fuertes reacciones en el entorno empresarial. Este ambiente de tensión se debe a que todos los actores implicados están observando de cerca el desarrollo de una investigación que podría impactar la credibilidad de una de las instituciones más influyentes en el ámbito económico de la capital.
A pesar de la gravedad de los hechos, se mantiene el silencio de la Cámara de Comercio, mientras que los nombres mencionados en la denuncia continúan bajo un intenso escrutinio público. Todo indica que el expediente comienza a tomar forma, lo que podría resultar en un nuevo nivel de escrutinio hacia el funcionamiento tanto moral como legal de la gestión de la entidad.
14