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Energía: «Es factible producir hasta 76 kW por mes a partir de desechos orgánicos» – adicional

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La crisis del racionamiento de agua en Bogotá, que se prolongó durante un año a partir de abril de 2024, ha expuesto de manera clara la vulnerabilidad del sistema de suministro frente al cambio climático y también a la sobreexplotación de sus recursos. Este episodio crítico ha subrayado la necesidad urgente de revisar y optimizar la gestión del agua en la capital colombiana.

El sistema Kingaza, que es la principal fuente de agua para Bogotá, experimentó una disminución alarmante, alcanzando un nivel histórico de solo 16,78% de su capacidad, así lo declaró el alcalde Carlos Fernando Galán. Esta drástica reducción no solo afecta a la población, sino también a la economía local y a la agricultura, revelando la dependencia excessiva de recursos hídricos limitados.

Según los informes de WWF y FAO, en Colombia se desperdician anualmente alrededor de 9.76 millones de toneladas de alimentos, lo que representa un impactante 34% de la producción total. Este derroche de recursos se convierte en una oportunidad desperdiciada, ya que los desechos alimentarios pueden ser aprovechados como fuente de energía. Investigadores de la Universidad Nacional han comprobado que es posible generar hasta 76 kW mensuales a partir de residuos orgánicos, casi la mitad del consumo promedio de una vivienda en Colombia.

La escasez de agua ha evidenciado la vulnerabilidad de las ciudades que dependen de fuentes limitadas. Al igual que el agua, es esencial que se establezca un equilibrio en la producción y el uso de energía, considerando nuevas alternativas y tecnologías que favorezcan la sostenibilidad.

En este contexto, empresas como Aficica están liderando la revolución hacia una economía de circulación cerrada. Estas organizaciones están implementando tecnologías innovadoras que permiten transformar desechos en energía, una alternativa que se vuelve cada vez más crucial, especialmente en los sectores relacionados con la alimentación.

Transformar el problema en una solución

El desarrollo de sistemas de biogás y biomasa en la industria alimentaria en Colombia ejemplifica cómo la economía circular puede abordar crisis energéticas y medioambientales. A través de procesos de digestión anaeróbica, los desechos orgánicos se convierten en biometano, un biocombustible tan eficiente como el gas natural.

Este sistema comprende varias etapas, comenzando con el procesamiento de los desechos líquidos y sólidos, que luego se mezclan e introducen en un fermentador. Allí, las bacterias especializadas descomponen la materia orgánica, produciendo biogás y un residuo sólido conocido como digestato. Posteriormente, el gas es purificado para eliminar humedad y impurezas, de modo que se obtenga biometano apto para utilizar en la planta, ya sea para generar electricidad, vapor o calor, dependiendo de las necesidades particulares de la industria.

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Innovaciones de Colombia para un futuro sostenible

ATICA se ha destacado por implementar tecnologías de vanguardia en la producción de biogás y biometano, enfocándose especialmente en el sector alimentario. Su propuesta trasciende el mero cumplimiento de normativas ambientales, buscando transformar la producción energética en Colombia con soluciones limpias, integrales y eficientes.

Estos proyectos han logrado disminuir significativamente la huella ambiental de las operaciones industriales, generando productos útiles a partir de desechos que anteriormente eran considerados como basura. “Estamos orgullosos de haber implementado exitosamente un sistema de biogás en la planta Alpina en Sopó”, afirmó Jorge Restrepo, gerente de proyectos de ATICA. “Este sistema no solo permite la generación de electricidad y calor a partir de residuos orgánicos, sino que también mejora la eficiencia de los procesos anaeróbicos y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero”.

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Residuos puros de los desechos

La compañía está utilizando hornos de Combustible Derivado de Residuos (CDR) para incinerar desechos industriales, generando energía que alimenta procesos internos. Además, ha instalado estufas CDR en Bogotá y recientemente abrió una en Valle del Cauca, con una capacidad de producir 4 millones de kilocalorías energéticas, todo esto cumpliendo con las regulaciones ambientales y disminuyendo la dependencia de combustibles fósiles.

Para adaptar la tecnología CDR a diferentes sectores, es necesario realizar un análisis exhaustivo de las características físicas y químicas de los desechos, tales como su poder calorífico, humedad y composición. Cada industria genera residuos con el potencial de ser valorizados energéticamente, y cuando estos son clasificados y procesados adecuadamente, pueden ser convertidos en CDR:

  • Industria de cosméticos: los envases de plástico y productos no utilizados pueden ser transformados en CDR mediante un procesamiento adecuado.
  • Retail: plásticos y tarjetas contaminadas pueden ser clasificados y convertidos en energía, reduciendo así el volumen de residuos que terminan en vertederos.
  • Industria alimentaria: los desechos orgánicos se valoran biológicamente, mientras que los envases reciclables se utilizan como CDR.
  • Producción industrial: diversos desechos no reciclables pueden ser triturados y procesados para maximizar su valor energético.
  • Sector salud: plásticos y textiles pueden transformarse en CDR, tomando precauciones para evitar cualquier contaminación.

El impacto de tales iniciativas va más allá de los solo ahorros económicos. Estas acciones promueven la independencia energética y reducen la dependencia de fuentes fósiles, al mismo tiempo que disminuyen significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo así a cumplir con las obligaciones ambientales del país. También permiten reexaminar los residuos, los cuales, de otro modo, terminarían en vertederos sanitarios, de acuerdo con los principios de desarrollo sostenible y economía circular.

Finalmente, la actual escasez de agua sirve como un recordatorio de que debemos actuar antes de que las crisis se agraven. Esta misma urgencia se aplica a la energía; no podemos esperar a que la situación se vuelva insostenible.

Hoy en día, Bogotá y Colombia tienen una oportunidad dorada para implementar alternativas como el biogás y el aprovechamiento de residuos. Esto no se trata simplemente de adoptar nuevas tecnologías, sino de avanzar hacia un estilo de vida más equilibrado y sostenible.

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