De cara a las elecciones de 2026, las preocupaciones ya no se centran únicamente en las armas, sino en las palabras.
Una encuesta realizada por el Senado muestra un profundo cambio en el estado de ánimo de los ciudadanos: el 39% de las personas considera que los mensajes de odio son la mayor amenaza para los candidatos, superando incluso el miedo a los grupos ilegales o la intolerancia política tradicional.
Es sorprendente ver cómo la agresión verbal y digital ha escalado hasta convertirse en una gran alarma. De hecho, más de la mitad de los encuestados (56%) cree que realizar las campañas actuales implica un riesgo real.
Menos blindaje, más argumentos
¿Pero cuál es la solución? Los ciudadanos no exigen más camiones blindados ni más guardias de seguridad (opción que sólo apoyó el 10%).
El 62% exige llegar a la raíz: reducir la violencia política. Lo que se necesita es un debate sobre ideas, no una guerra de ataques.
Este sentimiento generalizado respalda el llamamiento del presidente del Congreso, Lidio García, quien insiste en que proteger la democracia comienza con reducir la confrontación.
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