El presidente de Colombia, Gustavo Petro, abordó recientemente una polémica que se desató en las redes sociales en julio del año pasado, cuando fue capturado luchando con una persona no identificada en el centro histórico de la ciudad de Panamá durante un viaje personal. Este incidente generó una oleada de especulaciones y comentarios, especialmente porque la persona involucrada no era su esposa, Verónica Alcocer.
Durante una entrevista con el comediante Juanpis González, Petro fue interrogado de manera directa sobre este episodio que ha causado curiosidad y rumores en torno a su vida personal. «Panamá. ¿Qué pasó en Panamá? Lo llevaron con un ‘embrión’, caminando. ¿O embrión?», inquirió Juanpis en su característica manera irreverente y despreocupada.
El presidente dio una respuesta contundente y clara: «No me gustan los hombres. Tengo una debilidad con las mujeres, pero los hombres». Con esto, Petro hizo hincapié en que no tiene problemas con la comunidad LGBTIQ+ y que ha sido un firme defensor de sus derechos. Sin embargo, dejó en claro que las especulaciones sobre su orientación sexual son infundadas y carecen de fundamentos.
Petro también aprovechó la oportunidad para reflexionar sobre los límites que debería tener el debate político en la sociedad actual:
«Cuando un debate o un ataque político entra en la intimidad de una persona, rompe el último círculo de la libertad. Yo, como amante de la libertad, no entraré en una vida íntima o permitiré que entren en la mía», declaró con firmeza.
Al final de la charla, Juanpis intentó sonsacar más detalles sobre la identidad de la persona que acompañaba al presidente en Panamá, pero el Jefe de Estado se mostró reservado y cerró el tema sin ofrecer más información: «Pregunta sobre mi vida íntima, tampoco sabrás Jota».
La entrevista suscitó una gran variedad de reacciones en redes sociales y medios de comunicación nacionales, avivando el debate en torno a los límites de la vida pública y la privacidad de los líderes políticos. Este episodio también resalta la preocupación por el manejo y control de los medios en la política contemporánea, así como la necesidad de un equilibrio entre la transparencia pública y el respeto por la vida privada de quienes están en el ámbito político.
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