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Reforma laboral: el parlamento es considerado como un «juego» político para blanquear – aumentar

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Tras un giro sorpresivo en la reciente sesión legislativa, las reformas laborales, que habían sido presentadas inicialmente, han renacido con un apoyo inesperado, incluso de partes que previamente habían dificultado su progreso. Este resurgimiento ha dejado entrever dudas sobre el auténtico interés político detrás de esta reactivación, sobre todo cuando se observa que quedan menos de 36 días para que la legislatura llegue a su culminación. La reforma laboral elevada ha sido interpretada como un intrincado «juego» político en el Congreso, donde se busca mejorar la imagen de ciertos actores políticos.

El proyecto ha avanzado hacia el Cuarto departamento del Senado, donde debe someterse a su tercer debate antes de poder ser considerado en el Congreso. Sin embargo, esta situación presenta un panorama poco favorable para el gobierno: la mayoría de los parlamentarios en esa comisión se alinean con la oposición o son independientes. La presidente de la comisión, Angelica Lozano, tiene en sus manos no solo la asignación de oradores, sino también el control de la agenda del debate. La interrogante que queda es: ¿podrá acelerar el proceso de aprobación o se tratará simplemente de una maniobra para ganar tiempo?

¿Debate o política real para lavar la imagen? Reforma laboral elevada: el Congreso es interpretado como un «juego» político para limpiar la cara

Varios analistas coinciden en que este sorpresivo cambio en la postura de diversos partidos respecto a la reforma laboral responde más a una estrategia política que a un real interés legislativo. Iniciar el proyecto sin un compromiso firme para su aprobación permite a las partes presentarse como «abiertas al diálogo» y «sensibles a los empleados», justo en el momento crítico que precede al cierre de la legislatura.

El Congreso no responde a la consulta popular sino que vuelve a optar por la fuerza laboral.

La reforma recoge numerosos elementos que anteriormente fueron planteados en una consulta popular que no logró avanzar: la necesidad de pagos justos para el trabajo en domingos, la implementación de horas de trabajo razonables, y la inclusión de más garantías para los empleados. No obstante, el proceso parlamentario se encuentra tan congestionado que todo parece indicar que es improbable que logre ser votada en esta sesión legislativa. ¿Se repetirá el congelamiento del debate … nuevamente?

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Presión social y narrativa del gobierno: ¿será posible activar la reforma?

Desde su visita a China, el presidente Gustavo Petro ha criticado fuertemente el «fraude» perpetrado en el Senado tras el fracaso de la consulta popular. Ha convocado a una movilización popular y ha sugerido la apertura de un consejo. Actualmente, la narrativa del gobierno se enfoca en atribuir al Parlamento la culpa de la inacción respecto a su reforma, ignorando de esta manera la voz del electorado.

Con un Congreso polarizado, un Senado dividido y actores involucrados en maniobras políticas, el debate sobre la reforma laboral se ha convertido en un complicado juego de ajedrez político. Mientras tanto, los empleados siguen esperando implícitamente reformas que mejoren sus condiciones laborales.

Los diferentes actores políticos se mueven motivados por intereses propios y no desean asumir la responsabilidad de un fracaso en la recuperación laboral, especialmente ante una opinión pública que se vuelve cada vez más exigente. El tiempo corre y la asamblea tiene solo unos días para encontrar respuestas. Cada decisión requiere una cuidadosa consideración. No hay margen para errores o excusas. Si no respaldan la reforma ahora, perderán más que la ley misma; se arriesgan a perder su credibilidad.

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